domingo, 18 de abril de 2010

EXPERIENCIA DE RESURRECCIÓN





Hablar de resurrección desde la experiencia cotidiana de la vida, desde la visión de los problemas que vive nuestro mundo, desde nuestros propios problemas, sería abrirse a la vida que cada día trae cosas nuevas y descubrir el gozo escondido del vivir desde lo no planeado, ni pensado, ni programado sólo desde mi… pues Otro de Quien puedo fiarme lleva el timón de mi vida.




          • Cuando acierte a escoger la vida con confianza, en abandono a lo que la vida me da y me quita llegaré a descubrir el camino de la paz y la felicidad.

          • Cuando sea capaz de descubrir la riqueza de ceder y despojarme de mis criterios de eficacia y fecundidad, válidos y no válidos, llegaré a saborear el valor del reino.

          • Cuando me reconcilie con verdad, mi verdad sin caretas ni añadidos, me descubriré amada de verdad.

          • Cuando la otra persona sea para mi misterio y asombro, novedad que se acoge, realidad que puedo morar y acoger, entonces podré contemplar el rostro de Dios.

          • Cuando en mi pobreza acoja con misericordia a la otra persona, entonces conoceré el gozo entrañable de la ternura de Dios.

          domingo, 4 de abril de 2010

          Feliz Pascua de Resurrección



          Señor resucitado,
          tú que de las lágrimas en Getsemaní hiciste nacer las flores de la primavera,
          tú que del sufrimiento en el Gólgota hiciste brotar la luz después de la oscuridad,
          tú que transformas fuera de la tumba la angustia en alegría,
          tú que eres la fuente de la esperanza eterna para toda la humanidad.

          Nosotros que estamos cansados de la oscuridad de la división,
          nosotros que, llevando la cruz, erramos sobre esta tierra como por un desierto,
          nosotros que marchamos sobre el camino bordeado de espinas hasta la nueva
          aurora,
          aquí, hoy, en todos los valles que surcan nuestro país,
          las iglesias del norte y del sur se reúnen en una sola Iglesia,
          los cristianos del sur y del norte unen sus corazones llenos de alegría
          y cantan la alabanza de Dios en esta mañana nueva de Pascua.

          Señor Dios,
          para que seamos testigos vivos de tu resurrección,
          haz que nuestras manos ensangrentadas,
          por plantar clavos de odio y lanzar flechas de condena,
          sean manos que vendan las heridas, manos tendidas como signo de reconciliación.
          Sobre los caminos del sufrimiento,
          ayúdanos a encontrar nuestra voz para consolar y volver al camino de la paz.

          Finalmente, ayúdanos a comprender
          que somos capaces de transformar el pasado de muerte que hemos conocido.