domingo, 4 de abril de 2010

Feliz Pascua de Resurrección



Señor resucitado,
tú que de las lágrimas en Getsemaní hiciste nacer las flores de la primavera,
tú que del sufrimiento en el Gólgota hiciste brotar la luz después de la oscuridad,
tú que transformas fuera de la tumba la angustia en alegría,
tú que eres la fuente de la esperanza eterna para toda la humanidad.

Nosotros que estamos cansados de la oscuridad de la división,
nosotros que, llevando la cruz, erramos sobre esta tierra como por un desierto,
nosotros que marchamos sobre el camino bordeado de espinas hasta la nueva
aurora,
aquí, hoy, en todos los valles que surcan nuestro país,
las iglesias del norte y del sur se reúnen en una sola Iglesia,
los cristianos del sur y del norte unen sus corazones llenos de alegría
y cantan la alabanza de Dios en esta mañana nueva de Pascua.

Señor Dios,
para que seamos testigos vivos de tu resurrección,
haz que nuestras manos ensangrentadas,
por plantar clavos de odio y lanzar flechas de condena,
sean manos que vendan las heridas, manos tendidas como signo de reconciliación.
Sobre los caminos del sufrimiento,
ayúdanos a encontrar nuestra voz para consolar y volver al camino de la paz.

Finalmente, ayúdanos a comprender
que somos capaces de transformar el pasado de muerte que hemos conocido.

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